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El verano pasado, frente al Museo Literario Municipal de Setagaya en Tokio, tenía lugar una escena inusual: una larga fila de jóvenes para una exposición. Esperaban ver las obras de Junji Ito, figura emblemática del manga de terror japonés.

Junji Ito comenzó su carrera en los años 80 con su célebre obra Tomié, mujer fatal vampírica e inmortal, que seduce indefectiblemente tanto a hombres como a mujeres. Muy a menudo, es asesinada por pretendientes locos y celosos. A veces, su cuerpo mutilado, hecho pedazos y disperso en distintos lugares, se recompone gracias a una capacidad de autocultivo celular ultrapotente. Sus dobles femeninos aparecen con nombres diferentes en casi todas las obras de Ito.

El estilo de Junji Ito no se ajusta a la gramática del género de terror. Sus obras provocan en el lector tanto horror y angustia como la sensación del sinsentido excesivo (como ocurre en el sueño).

En su cuento "Millones de solitarios", de entrada aparecen dos cadáveres desnudos hallados en un pequeño río. Cuerpos entrelazados de ambos sexos, cosidos en múltiples puntos con hilo de pescar… Cambio de escena. Una joven llama a la puerta de la casa de nuestro protagonista, un joven que sufre de retraimiento social (hikikomori). Se conocían porque habían asistido a la misma escuela primaria. En quince años, ella se había vuelto hermosa. Además, intenta seducirlo de manera directa.

De pronto, se observa la caída de panfletos lanzados por dos aviones de combate –que también aparecen al final–: propaganda que incita a los jóvenes a reunirse y formar pareja, ya que en este país nadie quiere casarse ni tener hijos. Bajo la consigna del Uno del amor, el joven decide ir a ver a la muchacha que lo había visitado. En el camino, descubre a esas personas entrelazadas y cosidas con hilos.

Cuando nuestro protagonista llega a la casa de la joven atractiva, ella está cosiendo a sus propios padres, para hacerlos "estar juntos" con su aguja.
Ante el envejecimiento evidente de la población, muchos políticos conservadores japoneses exhiben su violento natalismo, según el cual un hombre y una mujer se aman y se desean "naturalmente" cuando se han "juntado". Las obras de Ito muestran el reverso de esta horrible biopolítica.