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En el año 2016, un instituto de nanotecnología alemán anunció un nuevo invento en el mundo de la inseminación artificial: los spermbots. En una etapa experimental, científicos colocaron un micro cilindro de metal alrededor del espermatozoide de un toro, con el fin de empujarlo y dirigirlo a través de campos magnéticos hacia el óvulo. El primer espermatozoide robótico intenta responder a una alteración cada vez más frecuente al momento de la fecundación humana: la baja movilidad de los espermatozoides.

En el año 2025, las redes sociales ofrecen en forma masiva tutoriales que explican, paso a paso, cómo hacer una merienda, vestirse para cada ocasión, guardar las medias, moldear un músculo del cuerpo, tener más clientes o seducir a una mujer. Google Maps indica el camino para llegar a cualquier parte del mundo, pero también a lugares a los que ya sabíamos cómo ir o en dónde dejamos el auto estacionado. Existen apps en el celular que notifican cuándo es tiempo de respirar, dormir o, simplemente, tomar un vaso de agua. Hay relojes inteligentes que, además de la hora, dicen si ya pasamos demasiado tiempo sentados, invitándonos a caminar un poco.

Más allá de los probables beneficios que aporta su instrumentalidad, me pregunto por el partenaire al que se dirige el mundo que está en curso, ¿qué sujeto está supuesto en esta proliferación de tutores? Cada vez es más común encontrar personas que dicen no poder dormir sin antes tomar una medicación, sostener un encuentro sexual sin antes consumir viagra o buscar un embarazo sin antes consultar un especialista. La misma dificultad que se encuentra al momento de sostener la atención, un trabajo o un amor.

Si bien el horror a lo real no es ninguna novedad, el engaño del discurso moderno pareciera gravitar sobre este punto: degradar la imposibilidad en una incapacidad, que estraga al sujeto e intensifica la producción de prótesis que niegan su división.

Espermatozoides con baja movilidad, consumidos por diversos tipos de cilindros, que dan cuenta de cómo el imposible es tratado hoy: una incapacidad que requiere una reconfiguración. Como señalan los coachs que inundan las redes sociales en Argentina, somos nosotros los que no conectamos bien con nuestros propósitos, los que tenemos que cambiar de mentalidad; a los que –como los spermbots– nos falta la movilidad necesaria para llegar al óvulo al que nos vemos empujados.