Tengo 16 años y un hámster. Este pequeño ratón macho es un regalo de mi novio de entonces. Me entero de que la hija de la portera, de 12 años, tiene una hembra. Convenimos un encuentro galante. Ya me apasionaban las parejas y organizaba encuentros entre amigos para juntarlos, siempre sin éxito. A pesar de los muchos intentos de espionaje, tampoco logré atrapar a mis padres en sus encuentros. Esa noche, fascinadas, observamos a los hámsters a través del cristal de la jaula y esa misma noche, se produce el match. Pero ¿por qué?1

Lacan evoca: "Dado que la imagen animal de la copulación nos parece un modelo suficiente de lo que hace a la relación sexual"2. Las cosas se complican a partir del momento en el que somos atravesados por el lenguaje. Es eso. Ya está, entendí. Los amigos son seres hablantes y eso no funcionará hasta que no logre encontrar la lógica de la vida amorosa que pueda convenirles, ya que los seres hablantes no se inscriben en ningún universal, son singulares, uno por uno. Y puede ser que tampoco funcione, ya que no hay relación sexual que pueda escribirse. Pero eso, no lo sé todavía.

Fue en mi análisis, donde hice uno de los descubrimientos más sorprendentes, de eso que hizo encuentro entre mis padres, y que me permitió llegar a escribir Parejas célebres. Lazos inconscientes3. La relación que no puede escribirse puede producir encuentros únicos en función de lo que hace exilio para cada uno de los partenaires: "el encuentro deba justamente repetirse en calidad de único", nos dice Lacan en … o peor4. "Cada uno con su cada cual", como se dice.
Pero ¿por qué no hay relación sexual?

Si hubiera una relación articulable en el plano sexual, si hubiera una relación articulable en el ser hablante, ¿debería enunciarse que va de todos los de un mismo sexo a todos los del otro? Esta es evidentemente la idea que nos sugiere, […] la referencia a lo que denominé el modelo animal: aptitud por la que cada uno de los de un lado vale para todos los demás del otro5.

Sin embargo, nuestra práctica cotidiana nos lo enseña muy bien: eso no funciona así. Nosotros no somos hámsteres… Una relación que pueda escribirse necesita un significante que nombre lo masculino y otro, lo femenino. No obstante, solo hay un significante que puede nombrar la diferencia sexual, el Falo. No hay relación sexual en lo simbólico.
Al contrario de la tesis de Simone de Beauvoir que escribió El segundo sexo, Lacan explica:

No hay segundo sexo una vez que entra en función el lenguaje. […] lo hétéros –término que sirve para decir otro en griego– puede vaciarse en cuanto ser, para la relación sexual. Precisamente, el vacío que ofrece a la palabra es lo que llamo el lugar del Otro, a saber, ese en el que se inscriben los efectos de la susodicha palabra6.

El Otro es el lugar al que se dirige la palabra, pero no puede inscribirse como partenaire. Tal como el título del capítulo homónimo del Seminario …o peor, "La partenaire desvanecida", se desvanece detrás de los espejismos de la relación sexual. Por lo tanto, no hay relación sexual en el registro imaginario, que oficie como velo para recubrir el no-acuerdo.

La relación del ser con el ser no es la relación de armonía que desde siempre, no se sabe muy bien por qué, nos adereza una tradición en la que Aristóteles, que no ve en ella más que goce supremo, confluye con el cristianismo, para quien es beatitud. Esto es prenderse en la aprehensión de un espejismo7.

La partenaire de Sócrates

"Entre todos los hombres, sin excepción, Sócrates […] es el más sabio"8, como lo recuerda Pythie, advertido de la no concordancia de los sexos, hace pareja con una mujer irritable, Xanthippe. Interrogado por su entorno que se asombra de esa pareja que no puede ser más dispar, él responde: "al igual que todos los jinetes con caballos briosos, una vez que los han domado, dominan fácilmente a los demás, yo también, que tengo que vérmelas con Xanthippe, sabré cómo adaptarme a los demás humanos"9. Versión cuando menos sorprendente de la relación conyugal que le hubiera valido severas críticas de las feministas de la cuarta ola, y que no por ello es menos reveladora. Lejos de tomarla a la letra, leemos el desapego que se le atribuye en diversas anécdotas. Habla también de la relación al Otro sexo que no toma prestado nada de la famosa metáfora del ágalma que el amante encuentra en su amada. Los ejemplos de Sócrates y Xanthipa son elevados por Lacan a un rango de paradigma enseñándonos a ver una figura del Otro, precedido de la letra H: Xanthipa "que para él presentificaba al Hotro como tal, a saber, el odio por su mujer"10. Lo que se dice de Xanthipa es precisamente que la pintan como una mujer imprevisible, gritando permanentemente y en la incomprensión total del gesto político de su marido. Sócrates está advertido de que el Otro no es una prolongación de uno mismo y que le es radicalmente extranjero.
Con humor, al final del Seminario La lógica del fantasma, Lacan evoca el embarazo del neurótico por evitar el encuentro con el Otro sexo. Y para eso, mide la distancia del neurótico con el dormitorio:

[…] la fobia puede tener lugar en el armario de la ropa, o en el pasillo, en la cocina. La histeria tiene lugar en el parlatorio –el parlatorio de los conventos de monjas, por supuesto. La obsesión, en el cagadero11.

La dificultad del fóbico para exponerse al Otro es muy conocida, así como el goce de la histérica de hablar de sus aventuras a sus amigas en vez de vivirlas, por no mencionar los embrollos del obsesivo, enmierdado12 por sus dudas infinitas… Fundamentalmente, dice Lacan, el único dormitorio al que llegamos, pero para que no pase nada, "salvo que el acto sexual se presenta en él como forclusión en sentido estricto"13, es el consultorio del analista. Es dar la oportunidad a un acto que merece ese nombre: el acto analítico. A diferencia del acto sexual que no define al hombre y a la mujer en tanto tal, el acto analítico es eminentemente simbólico: es el resultado de una operación significante que funda un sujeto.
La enseñanza de Lacan nos muestra que es el Uno del goce lo que itera en cada uno de nosotros y nos confina a un goce narcisista. Decir "no hay relación sexual" es captar que solo hay el Unosolo. El Otro es un lugar vacío, una verdadera ficción del neurótico. Al no hay, podemos con Lacan, completarlo con el Hay Uno14 . Tampoco hay relación sexual en lo real, ya que los goces son heterogéneos. Fálico y femenino, lo único que hacen es desencontrarse15 .
Dicho esto, ¿por qué entonces ir hacia el otro en vez de quedarse solo? El paso por el cuerpo del Otro parece necesario para el ser hablante. Porque narcisismo no equivale a autoerotismo.
Lacan dice que "el amor suple la ausencia de relación sexual"16. Sin embargo, esta suplencia es muy frágil y no es suficiente para compensar la falla de estructura. Tendremos la ocasión de captar las diferentes soluciones encontradas por los seres-hablantes en el próximo Congreso de la AMP.
Enlazarse con el Otro es indudablemente posible mediante el Uno-en-menos17. Abordar el goce solipsista permite abrirse al encuentro. Si el Otro es el lugar vacío que se ofrece a la palabra, hay un diálogo que se puede intentar con el partenaire, advertidos de que la relación sexual no existe.

[1] Texto presentado al final del último Congreso de la AMP 2024 como introducción al tema del próximo
Congreso de la AMP 2026.
[2] Lacan, J., El Seminario, Libro 19, …o peor, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 94.
[3] Arpin, D., Parejas Celebres, Lazos inconscientes, Buenos Aires, Grama ediciones, 2018.
[4] Lacan, J., El Seminario, Libro 19, …o peor, op. cit., p. 95.
[5] Idem, p. 94.
[6] Ibid., p. 93.
[7] Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aún, Buenos Aires, Paidós, 2008, p. 176.
[8] Laerce, D., "Vies et doctrines des philosophes illustres", Paris, Le livre de poche, 1999, p. 242.
[9] Idem.
[10] Lacan, J., El Seminario, Libro 19 …o peor, op. cit., p. 97.
[11] Lacan, J., El Seminario, Libro 14, La lógica del fantasma, Buenos Aires, Paidós, 2023, p. 351.
[12] [N. del T.]: emmerdé puede ser enmierdado, cagado, fastidiado, perturbado.
[13]  Lacan, J., El Seminario, Libro 14, La lógica del fantasma, op. cit., p. 351.
[14] Lacan, J., El Seminario, Libro 19, …o peor, op. cit. Texto de Jacques-Alain Miller en la contratapa.
[15] [N. del T.] En español en el original.
[16] Lacan, J., El Seminario, Libro 20, Aún, op. cit., p. 51.
[17] Ibid., p. 155.

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