Lacan pregunta: ¿es del todo natural que un hombre y una mujer, aislados en la naturaleza, tal vez en un chalet de montaña, hagan el amor? Ningún ser hablante se libra del hecho de que el sexo y el deseo no son naturales, sino que tienen que pasar por el discurso. Esto es cierto, incluso para aquellos que se las arreglan sin el discurso común.
Tomemos el Primer amor (Premier amour) de Samuel Beckett.1 Nuestro chalet de montaña es una banca junto a un canal. Más tarde, nos encontramos en un pequeño apartamento en el último piso, desde donde se pueden ver las montañas. Por lo tanto, podemos responder a la pregunta de Lacan confirmando que habrá algún tipo de copulación entre un hombre y una mujer en presencia de las montañas. Pero, ¿llega ahí "de forma natural"? ¿Y qué tipo de naturaleza interviene?
Beckett –cuya "mente está confusa"– ha sido expulsado de la casa de sus padres luego de que su padre muriera. Tiene 25 años, se piensa sin hogar y parece no tenerlo tumbado en dicha banca junto al canal. Alguien se aproxima, una mujer, que lo fuerza a hacerle lugar a su lado. Él se había recostado, pero ahora tiene que sentarse.
La mujer se sienta a su lado y tararea. No hablan. Pronto ella se levanta y se marcha, pero vuelve noche tras noche, hasta que él le pregunta si ella tiene la intención de molestarlo todas las noches a partir de ahora, ya que él preferiría estirarse en el banco. Ella le dice que ponga los pies sobre sus rodillas. Esto le provoca una erección más bien no deseada de la que, por desgracia, un hombre de 25 años "no se salva", como nos enteramos.
Lulú, más tarde, llamada Anne, lo advierte, porque "las mujeres pueden percibir un falo erecto a diez kilómetros de distancia". En tal estado, "uno no es uno mismo", observa Beckett, y añade que eso es aún más embarazoso que ser uno mismo. Es por eso que "lo que uno llama amor, es exilio". Le dice a Lulú que no regrese, al menos no tan seguido. Pero después de eso, él piensa en ella, tal vez "veinte minutos al día", y "esta debe ser su forma de amar".
Cuando, muchos meses después, ella se quita la ropa en su apartamento, la descripción de Beckett la universaliza en una especie de degradación: "cuando ellas ya no saben qué hacer, se quitan la ropa". Cuando el falo es requerido, entra el universal y se convierte en "las mujeres" y "ellas", en lugar de dar sentido a un deseo singular.
Esa noche, durmiendo en el sofá, él está sosteniendo una cacerola que pidió como orinal. Cuando se despierta, Anne está acostada junto a él, desnuda. Él mira sus genitales, pensando "si tan solo esto pudiera hablar", pero no… En efecto, eso no le habla. Esa fue su "noche de amor", concluye, y meses después huye de la escena antes de que el resultado de esa noche pueda ver la luz del día, gritando.2 Ambos, la banca y el apartamento evocan una planta muerta. La naturaleza es, por lo tanto, más bien morte, en este caso.
[1] Beckett, S., Premier amour, Paris, Les Éditions de minuit, 1970. Aunque Beckett también publicó una traducción del cuento en inglés, el autor de este texto ha escogido alternar las traducciones del francés para las citas.
[2] En el cuento, el "resultado de esta noche", es un niño. Beckett huye de la escena de su nacimiento. [N. del E.]


